El Congreso del 17 al 20 de junio de 1811|Amandaje Guasu 17 guive 20 peve guare jasypoteĩ 1811-pe

28-05-2011

Por Guido Rodríguez Alcalá

 

El congreso reunido en Asunción en junio de 1811 es un hito de la historia del Paraguay porque en dicho congreso, por primera vez, el Paraguay eligió sus autoridades sin intervención extranjera, o sea, sin intervención de España.

 

El 17 de junio de 1811 se reunió en Asunción un congreso convocado por los dirigentes de la revolución exitosa del mes anterior (mayo de 1811). Participaron en el congreso más de 300 personas de Asunción y las demás localidades del país. Los participantes de este congreso fueron autorizados a participar del mismo de acuerdo con una tradición colonial: en casos de emergencia se convocaba a reunión a las personas de mayor prestigio e influencia para decidir cuestiones de importancia. No puede decirse que la participación en el congreso haya sido democrática en el sentido moderno de la palabra; sin embargo, significó el primer paso hacia una mayor participación popular. En el siglo XVIII, durante la revolución de los Comuneros, los paraguayos fueron severamente reprimidos por haber elegido gobernadores que no contaban con la aprobación de España.

 

El congreso de junio de 1811 debía decidir dos asuntos fundamentales:

 

  • la relación con Buenos Aires y
  • la elección de un gobierno en el Paraguay.

 

Con relación al primer punto, debe recordarse que el Paraguay había formado parte del Virreinato del Río de la Plata, cuya capital era Buenos Aires y que abarcaba aproximadamente el territorio de la Argentina, el Uruguay, el Paraguay y Bolivia. El 25 de mayo de 1810, hubo un cambio radical en Buenos Aires: el virrey español Cisneros fue reemplazado por una junta revolucionaria, que se declaró gobierno provisorio de lo que había sido el Virreinato del Río de la Plata, y decidió convocar a un congreso de todas las provincias del Río de la Plata para elegir una nueva forma de gobierno.

 

Aunque algunas localidades aceptaron la autoridad de Buenos Aires, otras la rechazaron, las que así lo hicieron fueron el Paraguay, el Alto Perú (hoy Bolivia), Córdoba y el Uruguay.

 

El rechazo se debía a dos motivos: (1) algunas localidades no querían la independencia de España y (2) algunas, aun queriendo la independencia de España, querían también la independencia de Buenos Aires. Este fue el caso del Paraguay, donde había partidarios de España y partidarios de la independencia. El gobernador español del Paraguay, Bernardo de Velasco, apenas enterado de la revolución del 25 de mayo de 1810, se puso en contacto con las autoridades españolas de Montevideo y los representantes de España en el Brasil para luchar contra la Buenos Aires revolucionaria. La junta de Buenos Aires mandó al Paraguay a uno de sus miembros, Manuel Belgrano, al frente de un ejército. La junta suponía que la presencia de los soldados en el Paraguay iba a provocar una insurrección contra Velasco y los españoles. Pero la llegada de las tropas de Belgrano, en vez de provocar una reacción contra los españoles, provocó una reacción contra las tropas invasoras. Los paraguayos vencieron a Belgrano en las batallas de Paraguarí y Tacuarí (enero y marzo de 1811). En esas batallas se distinguieron los futuros próceres de la independencia: Fulgencio Yegros, Manuel Cabañas, Pedro Juan Caballero, Vicente Ignacio Iturbe, Mauricio José Troche y otros. Ahora bien, después de vencer a Belgrano en Tacuarí, los oficiales paraguayos llegaron a un acuerdo con Belgrano: en lo sucesivo, los paraguayos y argentinos se unirían para luchar contra los españoles. El congreso de junio de 1811 debía decidir de qué manera se establecería una alianza.

Con relación al segundo punto (forma de gobierno), debe recordarse lo siguiente. Velasco había perdido todo el poder con la revolución de mayo, aunque se le permitió formar parte de un triunvirato, junto con José Gaspar de Francia y Juan Zeballos, por razones de conveniencia política (ver 14 de mayo). Ese triunvirato debía dirigir el país en forma provisoria, hasta que se eligiera una forma de gobierno permanente. La elección de ese gobierno fue una de las dos principales tareas del congreso asunceno, que comenzó sus sesiones el 17 de junio y las terminó el 20 del mismo mes. Sus dos principales resoluciones fueron:

(1) Relación con Buenos Aires. Mantener relaciones cordiales con la junta de Buenos Aires; aliarse en contra de los enemigos comunes; enviar un representante al congreso de las provincias del Plata que debía reunirse en Buenos Aires; abolir los impuestos y monopolios coloniales que perjudicaban la producción y el comercio del Paraguay.

(2) Elección de un gobierno. Formar una junta de gobierno de cinco miembros: dos militares y tres civiles. Los militares fueron el presidente de la junta, el teniente coronel Fulgencio Yegros y el capitán Pedro Juan Caballero. Los civiles fueron el secretario de la junta, Fernando de la Mora, el doctor José Gaspar de Francia y el presbítero Francisco Javier Bogarín.

Aunque la acción de mayo fue emprendida por militares, en la junta predominaban los civiles, un indicio de que los militares no pensaron crear un gobierno militar. La junta debía durar cinco años en sus funciones, pero se disolvió en 1813, a causa de una crisis política. La crisis se debió mayormente a grave situación económica del Paraguay, una consecuencia de las luchas del Río de la Plata, que interrumpieron casi por completo las relaciones comerciales entre el Paraguay y el resto de América. La inestabilidad de aquel primer gobierno revolucionario no es motivo para ignorar su programa de gobierno progresista, que incluía una reforma radical de la educación en todos sus niveles. También formaba parte del programa la creación de una compañía de navegación a vapor (entonces una innovación), la racionalización de la administración pública, la creación de una academia militar y el fomento de la agricultura, la ganadería y el comercio.

En el congreso de 1811, la participación popular fue limitada por dos razones: (1) porque solamente las personas de un cierto nivel social podían ser elegidas; (2) porque también los electores debían pertenecer a un cierto nivel social (no se incluyó a los indígenas, los negros, los campesinos; tampoco las mujeres podían elegir ni ser elegidas). Pero debe recordarse que, por aquel tiempo, esas restricciones existían en los demás países americanos. Con el tiempo, el derecho a elegir y ser elegido se amplió hasta incluir a toda la ciudadanía. Con todo, aquella primera elección de autoridades paraguayas sin intervención extranjera fue el primer paso hacia la democracia participativa.