Extraído de Mandu´a. Memoria de la Secretaría Nacional de Cultura 2009
La comunidad cultural
La ciudadanía en general y, muy específicamente, la llamada “comunidad cultural” tienen amplias expectativas con respecto al papel y al desempeño de la SNC, particularmente en la promoción de políticas culturales, muchas de ellas postergadas o limitadas históricamente.
Desde la asunción del nuevo gobierno, la comunidad cultural se ha mostrado vigilante y crítica, acompañando y cooperando con el proceso en ciernes, y, a la vez, actuando en situaciones de urgencia, como la generada cuando se puso en riesgo la autonomía institucional de la cultura o el presupuesto institucional.
En este sentido ha resultado estratégica la movilización de grupos y referentes culturales contra el Proyecto de Ley Nº 2381, orientado a eliminar el rango ministerial de las secretarías de Estado y retrotraerlas a nivel de viceministerios (lo que hubiera afectado gravemente la naciente institucionalidad de la SNC). No es inapropiado atribuir, en parte, la suspensión de este proyecto de ley a dicha movilización del sector cultural. Otros dos ejemplos: el lobby que este sector ha realizado con parlamentarios en defensa del presupuesto institucional, ayudó significativamente a que el recorte presupuestario aplicado a todo el Presupuesto General de Gastos de la Nación (PGGN), incluyendo el de Cultura, no sea excesivo. Cabe mencionar, por último, las demandas dirigidas a obtener la participación de la comunidad cultural, así como la del titular de la SNC, en la definición del perfil adecuado para el nuevo consejero del Fondec a ser designado por el Congreso.
La articulación interinstitucional
En general, las instituciones públicas del Estado han expresado buena predisposición ante la necesidad de consolidar la emergente institucionalidad cultural, facilitando información y espacios de diálogo de cara a la coordinación de políticas y programas. Es sabido que varias de ellas tienen competencia en el campo de la cultura o ejecutan acciones que tienen significación e impacto en este campo. El acercamiento y, en varios casos, el diálogo y la cooperación con varias instituciones, han caracterizado el primer año y medio de gestión. Entre esas instituciones se destacan el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, la Secretaría Nacional de Turismo, el Instituto Nacional del Indígena, la Secretaría Nacional del Ambiente, la Secretaría Técnica de Planificación, el Ministerio de Educación, el Viceministerio de la Juventud, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Secretaría Nacional de la Niñez y Adolescencia, la Secretaría de la Función Pública, la Secretaría Nacional de Información y Comunicación y la Secretaría Nacional de Deportes.
Las conmemoraciones del Bicentenario han favorecido la relación interinstitucional y enfatizado el papel de la cultura en los programas del gobierno. Por un lado, al ejercer el Ministro de Cultura el cargo de Vicepresidente tercero de la Comisión Nacional del Bicentenario y Director del Comité Asesor de la misma, la SNC ocupa una posición privilegiada en el escenario político-institucional y fomenta la transversalidad de diversos emprendimientos interministeriales. Por otra parte, al orientarse a promover la memoria y los proyectos colectivos, el Bicentenario marca con un sesgo decididamente cultural una actividad que involucra las identidades, el patrimonio histórico y la generación de pautas de cohesión social.
Esbozo de análisis cultural
El análisis cultural del Paraguay, que sirvió para el diseño del Proyecto Fortalecimiento Institucional de la SNC, detectó como problema principal el débil desarrollo de la institucionalidad cultural del Paraguay, expresado en tres indicadores básicos: los exiguos fondos públicos y privados destinados a acciones culturales, la escasa valoración de la riqueza y diversidad cultural por parte de la sociedad y el Estado, y el desconocimiento de la propia SNC por buena parte de los ciudadanos del Paraguay. Las causas detectadas en el mismo análisis son:
– Limitadas capacidades de la SNC para asumir las competencias que tiene asignadas por Ley.
– Deterioro y pérdida del patrimonio y la diversidad cultural del Paraguay.
– Deficiente promoción de los procesos culturales entre la población paraguaya.
– Escaso apoyo a las iniciativas y creaciones culturales.
– Débil proyección internacional de la cultura del país.
– La dimensión cultural es central en cualquier proceso de desarrollo, pues es la que, junto con la dimensión ambiental, proporciona las condiciones de sustentabilidad institucional y elabora la memoria y el sentido colectivos. La identificación de pautas de pertenencia, los lazos de solidaridad, la integración social, así como el valor otorgado a la creación y la conciencia del derecho a la participación implican procesos culturales. La pobreza y la desigualdad social que aquejan al Paraguay aflojan los lazos de cohesión social, minando los sentidos de pertenencia y las expectativas de futuro y restringiendo el espacio público, ámbito constructor de ciudadanía.
Las condiciones para el ejercicio de los derechos culturales -el acceso a los bienes y servicios culturales, la expresión y la creación, la tutela del patrimonio, entre otros- están limitadas en sus alcances o restringidas a ciertos sectores de la población. La diversidad cultural del Paraguay es poco conocida y subvalorada en su potencial enriquecedor de las dinámicas sociales, mientras que los pueblos indígenas, las nuevas generaciones o las poblaciones migrantes se ven excluidas de participar plenamente en la recreación de la memoria y la innovación cultural.
La pervivencia de una noción limitada de cultura (restringida a Bellas Artes y folclore) y una idea inmóvil y cerrada de Nación (concebida como figura excluyente y homogénea), constituyen factores que inciden negativamente en la “problemática cultural paraguaya”. Estos factores, heredados del modelo autoritario de cultura, son responsables de los “olvidos u omisiones” que organizan la memoria oficial y minan las memorias populares. El patrimonio cultural, agravado por el desconocimiento institucional, sufre un deterioro que lo acerca a estados de emergencia: la situación de los museos nacionales y de los centros históricos constituye un ejemplo paradigmático. Por otra parte, el acceso a los servicios y bienes culturales está condicionado por la distribución desigual del capital económico, mientras que la mayoría de la población en situación de pobreza se encuentra limitada, no sólo en su acceso al consumo cultural, sino en la posibilidad de que sus expresiones sean promovidas y valoradas en pie de igualdad con las manifestaciones eruditas.