[lang_es-es]Por Arístides Escobar
Campesinos, indígenas e intelectuales han compartido un valioso caudal de conocimiento ancestral, popular y académico en este encuentro multisectorial organizado por el SENAVE llevado a cabo del lunes al miércoles de la semana pasada en el Seminario Metropolitano.[/lang_es-es]
[lang_gu]Arístides Escobar ohaipyre
Chokokue, indígena ha tapicha arandu omopeteĩ oñondivepa arandu yma, aranduka’aty ha arandu ñembokuatiapyre, jotopa guasuete ombosako’iva’ekue SENAVE-pe, oikova’ekue arakõi guive ararundy peve, arapokõindy ohasava’ekuépe, amo Seminario Metropolitano-pe[/lang_gu]
Ante un excelso público me cupo la grata oportunidad de disertar sobre el tema Nuestra soberanía biocultural. Vocablo interdisciplinario, lo biocultural implica un cruce de saberes naturales y sociales para la comprensión del fenómeno de la diversidad como un todo magnífico donde interactúan suelos, ríos, plantas, animales y humanos con sus lenguas y culturas. Así, a un territorio -como el nuestro- de gran diversidad natural, le acompaña una variedad amplia de culturas y lenguas que la nombran, elogian y resguardan. Por lo tanto con la pérdida de las mismas se pierde el conocimiento tradicional que mantiene una salud ecológica en la que interactúan sociedad y paisaje; del mismo modo, cuando la naturaleza es destruida, colectivos humanos pierden sus espacios vitales y el trauma de tal pérdida amenaza con desconfigurarlos espiritual y culturalmente.
Ubicado en el centro de Sudamérica, el Paraguay ocupa un espacio geográfico de gran riqueza biocultural: múltiples especies nativas, el gran Chaco Boreal, el Pantanal, el Bosque Atlántico, el cerrado concepcionero, los humedales de Ñeembucú y la selva del Amambay, zonas próximas a corredores interoceánicos y a reservas de gas e hidrocarburo. El país se asienta en una región rica en recursos acuáticos como el complejo hídrico Paraguay-Paraná y comparte con otros países de la región una de las reservas de agua dulce más importantes del mundo: el acuífero Guaraní. En este profuso territorio -junto con una población mayoritariamente mestiza y otros enclaves étnicos- habitan 20 parcialidades indígenas, pertenecientes a 5 familias lingüísticas, repositorios éstas de valioso conocimiento ancestral. Sin embargo, fenómenos como la deforestación masiva e irracional, el monocultivo y el agro negocio foráneo están provocando la desaparición de especies vegetales, animales, culturas e idiomas a la vez que fomentan la desterritorialización, urbanización y pauperización de más de 9.000 familias campesinas e indígenas al año. De las nueve millones de hectáreas de bosque que cubrían la región oriental quedan apenas un millón pues el monocultivo impera en dicha zona; la biodiversidad del Chaco, por su parte, está siendo deteriorada para el uso agropecuario. Esta región hospeda a las cinco familias lingüísticas mencionadas: así el terreno del pantanal que aloja a los Ishir, los médanos a los Guaraní Ñandeva, el Pilcomayo a los Nivaklé y el Bajo Chaco a los Sanapana, constituyen nichos ecológicos diferentes en cuyo seno habitan variadas cosmogonías.
A nivel nacional, según el Padre Zanardini, el Guana, el Guaraní Occidental, el Angaité y el Sanapaná constituyen los casos más críticos de peligro de extinción lingüística. Así, la sabiduría tradicional que mantuvo durante siglos un equilibrio armónico con el medioambiente se encuentra hoy invadida y amenazada de extinción por falta de suelo firme y sano donde mantenerse, desarrollarse y continuar emergiendo.
Concluyendo, que el entusiasmo con que hemos gritado soberanía e independencia en estos días festivos, se traduzca en políticas públicas así como en una participación ciudadana activa que resguarden nuestro territorio y su gente de los peligros de extinciones que los asechan.