Guarani ñe’ẽ, ñande reko kambuchi || Celebrando a nuestra lengua guaraní

23-08-2022

En la semana en que celebramos al guaraní –nuestra lengua ancestral mayoritaria y de status oficial- iniciamos un breve ciclo de publicaciones con textos escogidos relacionados con esta herencia fundamental de nuestra cultura. El primer texto está extraído del libro Diálogos de la lengua guaraní, del p. Bartomeu Meliá s.j., valioso volumen de ensayos que la Secretaría Nacional de Cultura tuvo el honor de publicar en el año 2019, juntamente con el Grupo Editorial Atlas.

 

Diversidad lingüística e identidades 
Bartomeu Melià, s.j.
Fisco, Asunción, 28 octubre 2015

 

La diversidad se puede pensar como una cuestión de variedad entre identidades. Siendo la identidad un hecho histórico es difícil, si no imposible, separar la diversidad de la trayectoria histórica a través de la cual se ha llevado a cabo. Un pasado se ha hecho presente y ese presente siempre ha tenido y tiene aspiraciones de futuro. Y éste, aun cuando no se quiera, será diferente.

Pero entiendo que aquí y en este momento nuestra cuestión sobre la diversidad lingüística se hace dentro del marco colonial –la cárcel colonial- de la cual no sabríamos salir. La diversidad no es un dato cuantitativo del campo del conocimiento, sino la percepción que se aloja en la intimidad del saber y gustar. Las diversidades no sólo se enumeran –aunque puede ser muy provechoso hacerlo-, sino que se sienten y se valorizan.

El conquistador y el colonizador no parecen haberlo sentido así y más bien chocan con la diversidad como si fuera un obstáculo al propio ser. La identidad del colono es colocada como analogatum princeps, el kilómetro cero, pero único referencial a partir del cual comienzan las diferencias y distancias.

Ahora bien, la primera distancia que se le hace intolerable a la colonia es la variedad. Esa variedad es considerada absurda, irracional y detestable. Es raro que el colonizador mire la diversidad desde una perspectiva de posible diálogo entre iguales. El colono considera políticamente correcto y hasta beneficiosa la negación y sustitución del otro precisamente porque es diverso. El absurdo consiste en que el puente que propone es que el otro deje la selva y venga a reducirse a un espacio de mínimos sociales, políticos y religiosos, a un desierto que equivale a una cárcel. La colonia encarcela al colonizado restándole aquella parte de identidad que hace la diferencia. Quitarle –arrancarle- la lengua al colonizado– es el objetivo final de su conquista y establecimiento pleno de la colonia. Hay colonias que lo tienen mejor proyectado y planificado que otras, pero probablemente se trata de una cuestión de grado.

La Torre de Babel ¿maldición o bendición?
El proyecto hegemónico que desafía las nubes y los cielos, pretendiendo invadir la región de los dioses y compartir su poder, está simbolizado en el antiquísimo mito de la Torre de Babel. Un solo pueblo quiere construir una torre que abarque con la vista y tenga bajo su control todo el universo. Esto lo está consiguiendo a través de la unicidad de una sola lengua. Dios conoce esta lógica. Pero Dios, con su buen humor y su realismo, se dice a sí mismo “Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que quieran hacer de lo que decidan hacer les resultará. Vamos a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo” (Gen 11, 5-7). Hablar una sola lengua clama al cielo. Al rechazar el proyecto ambicioso del hombre, la decisión del Dios de la razón y el sentido común trae la solución: lo que salvará el mundo es la diversidad. Incluso la posibilidad de mayor comunicación con los pueblos diferentes.

¿Quiénes son los que han interpretado sistemáticamente la realidad de la diversidad y pluralidad lingüística como una maldición? Los unilingües, que quieren ser los dominadores. Pero una lectura posible del relato bíblico induce más bien a ver la decisión divina como bendición: lo desmesurado y orgulloso de la soberbia y la pretendida uniformidad es castigada mientras la diversidad es el resultado deseado.

De hecho, lo que se extendió y ha perdurado en este ancho y amplio mundo es la diversidad. Y hay que luchar para que sea así. Es inadmisible que el monolingüe con su lengua propia y diferente sea objeto de discriminación, de desprecio, de marginación, de persecución y, por qué no decirlo, de azotes. El drama de nuestro tiempo son los silenciados. ¡Pueblos del mundo, no nos callemos!

La diversidad lingüística existe y debe existir
Frente a este fenómeno que juzgamos enriquecedor para bien de la humanidad y que ha dado admirables frutos de sabiduría y modos de ser en el mundo, han irrumpido también en la historia proyectos de unificación y uniformidad que pretenden reducir el número de lenguas y de culturas. Las cerca de 6.000 lenguas de la humanidad actual presentan una totalidad distributiva repartida en 226 sociedades políticas, que corresponden a dos centenares de Estados nacionales. La casi totalidad de los Estados son plurilingües, aunque sus políticas son desvergozadamente unilingües y contrarias a los derechos humanos fundamentales.

La diversidad cultural existe, las diferentes lenguas existen, pero esa realidad el colonialismo y su versión moderna de carácter globalizante no la quieren aceptar. Las formas del colonialismo todavía vigentes –llamarlo neocolonialismo es un eufemismo inútil, porque en realidad no es sino el viejo colonialismo gruñon y despótico– se manifiestan en los grandes proyectos de unicidad que nos acosan.

La cuestión de la multiculturalidad y plurilingüismo surge en el momento en que tomamos conciencia de que la uniculturalidad y el unilingüsmo son las mayores amenazas para las sociedades de hombres libres. El fenómeno no es nuevo, pero es nueva su fuerza y su rapidez de expansión. Los constructores de las nuevas torres de Babel están entre nosotros, y nos quieren enrolar en su empresa: una sola torre –un solo shopping‑, una sola lengua, y de ahí al cielo, nos dicen. Contra esa poderosa empresa la multiculturalidad y plurilingüismo serían antídoto y bendición.

La multiculturalidad, según una de tantas definiciones divulgadas por la red on line –(http://www.geocities.com [2004-02-25]) se refiere a la coexistencia de grupos de personas que se identifican con culturas diversas en un espacio social dado. De ahí que el diálogo no sea posible si no se parte del reconocimiento de la multiculturalidad.

Bajo el nombre de pluriculturalidad viene otra definición: una situación en la que la cultura sólo puede ser pensada y vivida, conjugada o declinada “en plural”; y, por consiguiente, sólo existe en cuanto relación cultural y “reconocimiento” de las otras culturas, que a partir de lo cual se identifican en cuanto “diferentes”. Así, la pluriculturalidad es un enfoque interpretativo de la cultura, que se presenta y define por la interculturalidad, por la combinación, en un territorio dado, de una unidad social y de una pluralidad cultural.

Intentemos una conceptualización más paraguaya a partir del guaraní. La multiculturalidad es un ñande social inclusivo, que acepta los diversos ore, en el que se agrupan las personas. En rigor, sólo existen las formas de cultura y de lengua de los ore plurales y diferentes. El ñande es una situación y una relación que no se identifica con ninguna cultura, y está abierto a todas; entonces, yo soy nosotros, en donde la identidad pasa por la comunidad, por un ore que al relacionarse y reconocer otros ore se hace ñande.

Los pequeños y grandes movimientos migratorios se expanden, dando lugar a un mundo de migrantes que en ciertas regiones superan a los habitantes autóctonos. América es el ejemplo paradigmático de este fenómeno que ha convertido a los originarios en extranjeros en sus propias tierras. Las culturas y las lenguas entran en contacto, pero las más de las veces en conflicto, sobre todo cuando los proyectos de sustitución cultural y lingüística son apoyados y promovidos, aunque no sea más que tangencialmente, por los Estados. Nuestros Estados en su casi totalidad son antilingüistas.

¿Cuál es la conciencia que tenemos como paraguayos de esa multiculturalidad? ¿Confundimos un ore particular, el de mi grupo o comunidad, con un ñande supuestamente universal que desconoce y niega las diferencias y que pretende imponerse a todos? ¿Una nación y una cultura, una nación y dos culturas o una nación y muchas culturas?

La multiculturalidad a partir del Paraguay
En el Paraguay hay muchas culturas y hay muchas lenguas, si bien es más fácil determinar el número de lenguas que de culturas, pues los criterios para aquéllas están mejor definidos y son más objetivos.

Sin embargo, hay rasgos y modos de ser culturales que sobreviven a la pérdida de la lengua, y no solo en las comunidades indígenas, sino también entre los descendientes de inmigrantes más o menos recientes.