La literatura guaraní del Paraguay, en la visión de Rubén Bareiro Saguier

27-03-2014

Por Susy Delgado

A modo de homenaje al escritor fallecido el martes 25 de marzo en Asunción, transcribimos la presentación realizada por Susy Delgado, Directora de Lenguas y Culturas Indígenas de la Secretaría Nacional de Cultura (SNC), en ocasión del lanzamiento de la segunda edición del libro Literatura Guaraní del Paraguay (Servilibro, 2004), obra que representa un invaluable aporte de Rubén Bareiro Saguier a esta lengua.                I

El verdadero Padre Ñamandú, el Primero,

de una pequeña porción de su propia divinidad,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

en virtud de su sabiduría creadora,

hizo que se engendrasen llamas y tenue neblina.

II

Habiéndose erguido,

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora,

concibió el origen del lenguaje humano.

de la sabiduría contenida en su propia divinidad,

y en virtud de su sabiduría creadora

creó el fundamento del lenguaje humano

e hizo que formara parte de su propia divinidad.

No podíamos dejar de invocar estos primeros párrafos del capítulo II que da nombre a ese extenso y magnífico canto Ayvu Rapyta o El Fundamento del Lenguaje Humano. Porque en estas palabras, rescatadas un día de los mbyá guaraní por la pasión visionaria de Don León Cadogan está también, a mi modesto entender, la llama que iluminó este libro que hoy me toca presentarles, por esos honores extraños que a veces nos da la vida.

Entre paréntesis, la osadía sobre esta situación comprometedora en la que me veo esta noche, es del autor del libro, hombre que ha tenido, desde luego, grandes atrevimientos en su vida, uno de los cuales se volcó en estas páginas. O a lo mejor es el gua’i de Don Cadogan quien pícaramente, nos está poniendo del revés las cosas. Pero, puesta en el brete, no voy a pretender enfoques ni tonos que no me corresponden. Así que, cerrando el paréntesis, les ruego escuchen ustedes esta modesta presentación exactamente como cuando se oye al discípulo hablar de su maestro, o al hijo de su padre, y tengan condescendencia por lo que no alcance a desentrañar, o lo que malentienda tal vez en este libro, quien es apenas una humilde buceadora del universo profundo de nuestra lengua guaraní.

Les decía que estamos aquí porque un día Nuestro Padre Ñamandú, el Primero, creó el fundamento del lenguaje humano. (Ñande Ru Papa Tenonde oguerojera). Porque ese hallazgo maravilloso de Cadogan nos develó un legado insospechado y un compromiso al que algunas personas como Rubén Bareiro Saguier hicieron honor. En el caso de Bareiro Saguier, él interpretó ese compromiso con todo un conjunto de tareas importantes que fueron abriéndole algunas postergadas y merecidas puertas de reconocimiento a la palabra guaraní y su sabiduría. Entre esos trabajos se cuenta este valioso libro, publicado en primera edición en 1980 por la Biblioteca Ayacucho, que en buena hora hoy tiene una segunda edición con Servilibro.

Literatura Guaraní del Paraguay empieza precisamente, luego de la importante Introducción que se ofrece en las primeras páginas, con la transcripción casi completa del Ayvu Rapyta, el extenso canto de los mbyá guaraní recogido por Cadogan, que se inicia con las primitivas costumbres del colibrí y recorre en esa serie de bellísimos textos poéticos, toda la creación del mundo, la llegada del diluvio, la creación de la nueva tierra, los conjuros y remedios para los males humanos y las normas para una buena vida. Le sigue la transcripción del Yvyra ñe’ery (Fluye del árbol la palabra), del que Bareiro Saguier extrajo los textos más literarios, según él mismo aclara, como ese bello relato-diálogo titulado El Agua Genuina y otros más, en los cuales los informantes mbyá hablan de una mítica Abuela que vivía en el Centro de la Tierra, desgranando de a poco, toda una serie de revelaciones de un riquísimo contenido simbólico-poético. Modestamente interpretamos que la apertura de la extensa y maravillosa serie de textos recogidos en este libro con el Ayvu Rapyta de los Mbyá se debe simplemente a que el mismo fue considerado el gran hallazgo, un hito histórico en la aventura de acercamiento a los grandes secretos de los guaraní.

Es cierto que el alemán Kurt Unkel había sido el primero en llenar ese hueco de silencio de cuatro siglos que menciona el mismo Bareiro Saguier en su Introducción, cuando este investigador alemán se hizo guaraní para acceder a los misterios de los apapokúva guaraní y se convirtió en Nimuendaju, el Ser que crea su propio lugar, y recogió así los primeros textos míticos que luego de publicarse en Berlín en 1914, se conocerían en español, en una pequeña edición titulada como Leyenda de la creación y juicio final del mundo como fundamento de la religión de los Apapokúva Guaraní, en 1944. Pero ni Bareiro Saguier ni otros importantes estudiosos de estos trabajos pioneros, dudan de que fue León Cadogan quien accedió con mayor profundidad al universo mítico-religioso de los guaraní, entre cuyas recopilaciones, el Ayvu Rapyta significó la revelación de la obra más majestuosa que guarda las claves del pensamiento y la religiosidad guaraní, por lo cual pasó a ubicarse junto a los grandes textos sagrados americanos como el Popol Vuh de los mayas, marcó historia en la bibliografía relacionada con la literatura indígena del continente. Los textos recogidos por Nimuendaju se encuentran un poco más adelante y Bareiro Saguier tampoco olvida en los momentos que reclaman el gesto, los aportes que fueron sumando a este descubrimiento inacabable, Grünberg, Clastres, Meliá, Samaniego y otros.

A los textos de los mbyá siguen los correspondientes a los Pai Tavytera, basados en gran parte en recopilaciones de Marcial Samaniego y traducciones posteriores de León Cadogan. Serie en la que se incluyen por ejemplo el hermoso canto ritual de nuestro Abuelo Grande Primigenio, el que se amamantó en las flores del Jasuka, flores que pueden ser comparadas con los pechos de nuestra madre… Ese que dice en un momento:

He llegado con mis llamas. He llegado con mis palabras.

O el canto ritual de la Tacuara Llameante, adorno bendecido por el Abuelo en sus nupcias con la Abuela Takua Rendyju Guasu, (Takuara llameante grande) que calmó los celos y el enojo de su esposo, cuando éste se marchaba entre relámpagos… Textos que nos deslumbran también por su profundidad y belleza, perteneciendo a una de las etnias más aculturadas de las que sobreviven en el Paraguay, tal como lo recuerda Bareiro Saguier.

Y aquí llegan los textos de los apapokúva guaraní, recopilados por Nimuendaju y traducidos por Juan Francisco Recalde, en un capítulo que incluye también otros recogidos de los Ava Chiripá por Miguel Alberto Bartolomé, entre los cuales, Bareiro Saguier encuentra afinidades relativas a la temática y la estructura del relato mítico. Algunos poemas recopilados por Cadogan entre los chiripá, unos kotyu colectados por Meliá y un relato sobre el origen del fuego que transcribió Clastres completan este apartado, del cual nos permitimos también rescatar un breve fragmento, el que inicia precisamente esa Leyenda de la Creación del Mundo:

Ñanderuvusu vino solo, en medio de la oscuridad se dejó ver. Los eternos murciélagos ya estaban allí y lucharon (con él) en la oscuridad. Ñanderuvusu tenía el sol sobre el pecho. Y trajo el eterno palo cruzado, lo colocó hacia Naciente, pisó encima, empezó la tierra (a nacer). Hoy día, el eterno palo cruzado quedó como sostén de la tierra. Luego que él quite el sostén caerá la tierra…

Y sigue un capítulo especialmente conmovedor, que reúne los textos de ese pueblo que canta su muerte, como reza el título de la introducción respectiva, los Aché Guayaki, ese pueblo considerado como perteneciente al estadio proto-guaraní, que se había resistido al contacto y fue siendo acorralado inapelablemente, por el etnocidio y el ecocidio. Los textos se deben a recopilaciones de Mark Munzel, con la colaboración de Meliá en las traducciones, un canto recogido por Clastres y otros que fueron tarea de Cadogan.

Uno de estos cantos de la agonía de los Aché dice:

Esa es mi canción indignada:

un extraño se esfrega con nuestras mujeres,

nada semejante a como gustan ellas

el dulce líquido de la flecha del Aché.

El extraño no las conmueve como nosotros,

pero el llanto de las mujeres remueve sí

nuestros antiguos lugares.

Golpeándolas,

las macanas de los antepasados les hablan,

al igual que nosotros lo hacíamos antes,

a esas mujeres que ya son poseídas

por los verdaderos cazadores

como nosotros,

detrás de nuestros numerosos antepasados,

ahora nuestros enemigos,

huirán no pudiendo ya permanecer asentadas.

Y agrega un poco más adelante:

Oh, mis finadas hermanas,

figuras de mujer de hermoso sexo,

saludad con el hermoso saludo de lágrimas,

no cantéis canciones de escarnio

contra el desvirilizado, el descazadorizado.

Oh, mis hermanas,

figuras de mujer de sexo fallecido,

vosotras hablasteis, sí,

vosotras saludasteis

con el hermoso saludo de lágrimas

a mi perforador de labio –él soy yo–

cuando puso el pie y el asta de flecha

sobre el derribado pájaro jacú…

Bareiro Saguier advierte sobre la gran dificultad que entrañó la transcripción y traducción de estos textos, provenientes de una lengua tan diferente al castellano, una lengua no del todo descifrada hasta entonces, llena de giros poéticos particulares.

En esta nueva edición de Literatura Guaraní del Paraguay, Bareiro Saguier incluye también los textos de esa hermosa compilación realizada por Carlos Martínez Gamba bajo el título de Ayvu Rendy Vera (El canto resplandeciente), que rescata también textos míticos de los Mbyá guaraní de Misiones, en las huellas de Cadogan.

El libro lleva asimismo un Apéndice dedicado a la Tradición Guaraní y la Literatura Paraguaya, en el cual Bareiro Saguier busca el componente guaraní que duerme en nuestras letras. Analiza el fenómeno del guaraní paraguayo y advierte sobre las confusiones y falsas adopciones de elementos guaraní en Natalicio González, Víctor Morínigo y en la llamada Generación Nacionalista Indigenista, integrada por Narciso R. Colmán y otros. Bareiro Saguier es especialmente crítico en cuanto al de Rosicrán, quien pretendiendo transcribir relatos mitológicos, cayó en importantes inexactitudes, según señala nuestro autor. Como la ubicación de Tupá en la jerarquía del Dios creador, cuando en la teogonía mbyá guaraní éste ocupaba el quinto lugar y lugares aún más secundarios en otras parcialidades.

Y extiende su análisis a un texto de Roa Bastos sobre el Génesis de los apapokúva Guaraní, apelando a Meliá, quien explicaba que el escritor no podía dar una nueva versión culta del mito, sino una transformación, concluyendo que Roa interpreta y proyecta un mito, porque él mismo procede del él y que el mito bien usado no es expropiación, sino que nos permite el honrado ejercicio de nuestro propio espíritu

Rubén Bareiro Saguier no ha desdeñado por lo tanto, desbrozar la maleza en este jardín exuberante que ha rescatado y expuesto al mundo, recurriendo a las traducciones más autorizadas, en castellano. Con el respeto, la inquietud y la conciencia de estar realizando una transcripción, abriendo puertas a la posibilidad futura de una re-escritura que, estamos seguros, realizaría con esta misma actitud.

¿Qué podemos agregar sobre este libro que abrió caminos importantes al conocimiento de ese universo cultural casi desconocido en el mundo por entonces, poniéndolo al alcance de los círculos académicos más prestigiosos del mundo? Es casi redundante pero al mismo tiempo justo recordar que se convirtió en fuente imprescindible de consulta para los investigadores del mundo que se fueron sumando a esta tarea invalorable de revalorización de la cultura guaraní. Que junto a los textos pioneros del que se extractan importantes capítulos, y algunos que vinieron después, es considerado un libro capital, imprescindible en la bibliografía relacionada con esta cultura.

¿Qué puedo decir de su autor, que al igual que este libro, ha cometido otros atrevimientos memorables, impagables, en ese camino difícil, plagado de oscuridades, de reconquistar el merecido respeto a la lengua y la cultura guaraní? Tal vez recordar solo uno más de estos atrevimientos: el que permitió a la lengua guaraní el reconocimiento histórico de lengua oficial de Estado, en la Constitución del 92.

Y en cuanto a lo que aquí me convoca, yvy rymbami omañáva mbyjáre, después de mostrarles al menos unos resplandores de este libro que es materia pura del misterio y la poesía, cederles el turno para esa gran aventura que nos propone Rubén Bareiro Saguier en sus páginas, luego de darle nuestro humilde pero inmenso Aguyje.